Wodjan Ali Seraj Abdulrahim Shahrkhani y Sarah Attar se convertirán en las
primeras deportistas femeninas de Arabia Saudí que compitan en unos
Juegos Olímpicos. La presencia de estas dos mujeres árabes, junto a las seleccionadas de Catar y de Brunei, que también se estrenarán en una cita olímpica, consituye todo un éxito en la lucha por la igualdad de género... también en el deporte.
Un símbolo del avance
En torno a 18 mujeres deportistas de las monarquías del Golfo Pérsico participarán en estos Juegos. Llamativo, sin duda, y todo un símbolo de que algo debe cambiar en el tratamiento a la mujer en los regímenes de los países árabes e islámicos.
Dicen que, en estos tiempos, no aparecer en Google es como no existir. Algo así ocurre con la judoca Wodjan Ali Seraj y la atleta Sarah Attar; y sin embargo, las mujeres que deciden practicar deporte se enfrentan a un día a día mucho más duro, en una región donde el deporte femenino de competición está prácticamente vetado, como es en la ultraortodoxa Arabia Saudí.
En un país tan estricto en asuntos religosos como es Arabia Saudí, donde a la mujer no se le permite ni siquiera conducir, a estas deportistas se les ha negado la existencia durante décadas. Ningún tipo de facilidad, ni de entrenadores, ni de acudir a competiciones. Afortunadamente, pero con pasos muy lentos, eso va cambiando, aunque es difícil encontrar información sobre ellas en el ámbito internacional.
Para muestra de oscurantismo y desconocimiento, un botón: en el comunicado del Comité Olímpico Internacional (COI) se hace referencia a la judoca
Wodjan Ali Seraj, como una de las autorizadas a participar. En Google, ni rastro. Solo en la
página web de la Federación Internacional de Judo encontramos, como 'Wodjan Shaherkhani', a la judoca de más de 78 kilos, que acudirá a los Juegos gracias a una invitación especial del COI.
Respecto a Sarah Attar, solo una confusa referencia en la estadounidense universidad de Pepperdine, en la que figura una joven que corre con marcas muy deficientes en 800, 1.500, 3.000 y 5.000 metros.
En todo caso es un pequeño gran paso, para ellas y para la atleta Maziah Mahusin, de Brunei; o para la nadadora Nada Arkaji, de Catar, y sus compatriotas Aya Magdy, de tenis de mesa, Bahiya Al-Hamad, de tiro y Noor Al-Malki, de atletismo.
Bajo estrictas condiciones
Eso sí, las autoridades subrayan que ellas tendrán que vestirse de una forma que "preserve su dignidad". Ya en los Juegos de Pekín las deportistas países islámicos o árabes como Irán, Afganistán, Emiratos Árabes, Omán, Bahrein, Yemen y Egipto se vieron obligadas a competir tocadas con el velo islámico o alguna de sus variantes.
El príncipe Nawaf Faisal, presidente del Comité Olímpico Nacional de Arabia Saudí ya ha realizado la estricta advertencia: las deportistas solo podrán participar si se comprometen a hacerlo con "el uso de ropa adecuada que cumpla con la sharia (ley islámica), la compañía de un tutor masculino en todo momento y no se mezclan nunca con hombres durante los Juegos".
La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) ha aprobado la pasada semana el uso del hiyab, de forma provisional. Al no tener claro si el uso del velo puede producir lesiones, la FIFA podría reconsiderar esta decisión, al tiempo que están por definir el diseño, el color y el material que se permitirán.
Las federaciones de atletismo, esgrima, rugby, remo, taekwondo o tiro con arco son algunas de las que admiten cambio en la vestimenta deportiva femenina para adaptarse al recato extremo que la religión islámica exige a las mujeres.
Evolución positiva
La marroquí Nawal El Moutawakel abrió las puertas del desarrollo deportivo de las mujeres en el mundo árabe, con su triunfo en Los Ángeles 1984. Fue la primera mujer de un país árabe que ganó una medalla olímpica. La siguieron la argelina Hassiba Boulmerka y la siria Ghada Shouaa.
La evolución de la participación femenina en los Juegos Olímpicos es lenta, pero positiva y se va completando poco a poco. En Londres (1908) fue del 1,8 por ciento, pasó al 9,5 cuando los Juegos volvieron a la capital inglesa 40 años después. En el inicio del siglo XXI, Sydney- 2000, la cuota femenina llegó al 38 por ciento; y en Pekín, ocho años después, se alcanzó el 42 por ciento.
El COI ha realizado muchos esfuerzos para ir alcanzando la igualdad de géneros en el deporte y por primera vez, todos los equipos participantes admiten a mujeres en sus delegaciones. Pero hay mucho camino por recorrer. Hasta el momento 20 de los 112 miembros del COI son mujeres, entre ellas la española Marisol Casado.
Noticia de Ramón Pizarro